No te prometo nada,
sólo mi absoluta presencia
en todos y cada uno
de los momentos que
el destino,
la casualidad o las ganas
nos dejen compartir.
Pero no te permitís
semejante libertad:
para vos sería como aceptar
que Dios no tiene un Plan.
Voy a sacarme máscaras con las manos desnudas cuando llueva. Quizá yo también esté desnuda (y sola), quizá en el medio de una selva chaqueña o monte cordobés. Ese momento de tal intimidad con la naturaleza me duplicará y me veré de frente. Ese momento de verdad absoluta que es el completo. Hombre o mujer danzando con el escenario más irrepetible del universo.
Voy a esperar a la noche. Encenderé un fuego y miraré al cielo. Estoy dentro de algo. ¿Todo eso se mueve o me muevo yo? Qué intriga. Me quita el sueño.
Noche a noche conté los ciclos para saber en qué nave estoy viajando. Los anoté prolijamente en la Tierra. He pasado no tiempo escribiendo cada línea. ¿Es la Tierra una nave? De día lo olvido, no lo sé.