lunes, septiembre 05, 2005

La ciudad suicida

Para Sofi que quería escribir sobre lo que pensaba,
te dedico ésto que escribí hace unos años.

Se me cae el pelo, las ideas se me acaban y se me cae el pelo, tan solo se desliza por mis hombros y mi espalda.
Cabeza hueca: Con un corte
transversal comprobamos que la cabeza de esta persona, que por cierto, gracias por representar a la masa, quedó totalmente vacía de ideas, vacía de palabras. Junto con el pelo se cayeron las palabras,
¡¡¡ magnifico, la verdad, excelente modelo social!!!.


Este modelo social, se quedó frío, inmóvil ante esa bota gigante que desde el norte nos pisa cada idea, cada sueño, cada grito de libertad, cada hijo, madre o padre desaparecido.
Nos aplasta, y tan solo la miramos, no rogamos por que no caiga sobre nosotros, no! Miramos.
Y cuando la bota cayó, los que sobreviven volverán a caminar por Callao sin mirar a nadie, al piso, piso liso, gris, como la ciudad. Pocas almas solitarias que quiebran el silencio y les pegan con duras críticas de la prensa burguesa, genocida, amarillista, mentirosa, encubridora.

La ciudad, por supuesto, no dejará de brillar (para tapar el hambre que rebalsa). Si en algún momento se apagan las luces todo caería, el imperio del conformismo sería hacho polvo. Y yo lo pisaría con tanto gusto... . Por fin la verdadera libertad. La del pensamiento, la de la mente. Pero hasta que esto ocurra tendremos a los pocos dueños de la verdad trabajando por miserias, cortesìa del Ministerio de Cultura, en algún teatro municipal o sótano de limosna estatal (que por supuesto, para todos es un “Centro Cultural”, para mí es un galpón dónde se hace esfuerzo y magia para que se pueda crear).
Mientras tanto las almas, dueñas de todos, de los tontos y los genios, les contarán la verdad cada noche sobre el asfalto de la ciudad. Comunicarán las palabras, y serán escuchadas y aplaudidas, lo triste es, que nunca serán comprendidos.

Antonella.
23-12-02

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